Por: Sara Yepes (Team BeClá)
La navidad, esa época del año que muchos anhelan y otros maldicen. Luces, adornos navideños, en Colombia no falta la natilla y el buñuelo, cenas familiares, preguntas incómodas de las tías, comer hasta reventar, comprar el estrén, iluminar prendiendo hasta la luz del baño…
Navidad es una época que proclama premisas de amor, gratitud y generosidad, valores profundamente maravillosos e importantes en un mundo acelerado, que por la prisa del día a día se olvida de mirar hacia un lado y pensar en el otro.
Sin embargo, la Navidad a través de los años y de la historia ha desviado un poco su rumbo y se ha movido de su centro, las ansias de celebración y disfrute, al igual que el afán de las industrias por el crecimiento económico han vuelto de la Navidad una época donde el consumo es una de las palabras claves para definirla.
Y es que si lo pensamos en Navidad muchas, por no decir todas, las actividades relacionadas con la festividad involucran consumir: se encienden más luces que en cualquier época del año, haciendo la diferencia incluso desde el espacio exterior, ¿te imaginas cuántas luces deben estar encendidas para que aun desde el espacio se perciban?; comemos de manera desmedida, a tal magnitud que las cifras de desechos de comida, que de por sí ya son altas, en un mundo en donde el 40% de los alimentos producidos son desechados, se duplican en esta época, mientras que, a su vez 8.500 niños alrededor del mundo mueren AL DÍA de desnutrición, siendo la principal causa de muerte infantil.
Y aunque suene al típico discurso de las mamás cuando no queremos comer de pequeños ,“hay niños en África muriendo de hambre”, paremos un segundo y reflexionemos ¡HAY NIÑOS EN ALREDEDOR DEL MUNDO MURIENDO DE HAMBRE!, mientras que miles de alimentos son desechados, incluso sin salir del supermercado. Compramos regalos de manera irreflexiva por el mero hecho de regalar o porque ‘“es Navidad, es lo que uno hace en esta temporada”, generando millones de deshechos, comprando bolsas que tienen una utilidad de media hora, para luego terminar en la basura, “aprovechamos” para reemplazar objetos que cumplen con su función o que aún tienen vida útil…
¿No es absurdo que una festividad que dentro de sus valores fundamentales y que lo representan resalta el amor, la gratitud y la generosidad, no entregue nada de eso al Planeta Tierra y, por el contrario, tenga un impacto ambiental de tal magnitud?
No se trata de ser el Grinch de la Navidad, ni de ser las tías amargadas que lo critican todo, creemos fielmente en que se cuestiona precisamente lo que se quiere y lo que se cuida. Precisamente cuestionarnos, más allá de criticar, lo vemos como un acto de amor hacia el Planeta Tierra que tanto amamos y tanto nos entrega diariamente.
De modo que aquí viene la segunda parte de este artículo…porque en BeClá creemos en la reflexión que también es propositiva, da opciones, incentiva al cambio ¡y actúa!
Así que te damos algunos consejos que puedes seguir para disfrutar de unas fiestas que no tengan como consecuencia un planeta enfermo…
Volver a la esencia: Importancia a lo importante
Recojamos esos valores magníficos que describen a la Navidad, llevémoslo a la acción y apliquemoslo a la celebración. Compartamos más con quienes amamos y abramos espacios para ello, esto puede incluir el baile, el disfrute; escuchemos la historia de la abuelita por enésima vez, pero en esta ocasión, preguntémosle por todos los detalles e intentemos comprender sus sentires; démosle las gracias a la tía por no fallar en felicitarte en ningún cumpleaños y por hacernos reír a carcajadas. Apliquemos todos esos principios, llevémoslo a la práctica con las personas. Eso nos lleva a nuestro segundo punto…
Compartir como pilar:
Compartamos con quien lo necesita desde una economía circular y hagamos que sea pilar de la Navidad. Busquemos la ropa, objetos, juguetes que ya no utilizamos y démosle un segundo hogar, podemos ponernos creativos y hacer sesiones de trueque navideño, ¡así estrenamos sin contaminar! Y hacemos honor a la importancia del cuidado, de reparar y de compartir. ¡Además que es una actividad muy divertida!, incluso para hacer con los más pequeños o entre amigos.
Si no eres tanto de este tipo de actividades puedes simplemente donar tus artículos a organizaciones o fundaciones. ¡Que botar nunca sea una opción!
El disfrute siempre ligado al cuidado
Y que celebrar NO implique contaminar.
¿Y eso qué significa? Te hacemos un listado para que guardes y no olvides esta navidad:
*Cero desperdicio de comida:
-Prepara solo lo que vayas a comerte, cerciorate de cuántas personas van a asistir a tus cenas y eventos para no preparar de más.
-Si sobra, ¡comparte! Con vecinos, familia, personas de la calle… (¿recuerdas el punto 2?, todo va ligado, guiño guiño, vas aprendiendo)
*Decora ecológico:
Hay miles de opciones de decoración con materiales reciclados, una búsqueda en YouTube será suficiente para que encuentres miles de resultados con ideas asombrosas, y de nuevo, ¡puede ser un gran plan navideño en familia!
*Cero bolsas regalos:
Usemos las que tengamos en casa, envolvamos con papel periodico, con revistas, mapas, e incluso con recipientes de vidrio o latas que tengamos en nuestros hogares que luego podemos decorar. La creatividad será tu BFF (con una ayudita de Pinterest o internet) y de esta misma manera, guarda las que te den para utilizarlas luego, es una mousequerramienta que nos ayudará más tarde 😉
*Que la única luz sea la de tu corazón… (O si no velas sostenibles o luces LED😅)
Seamos honestos, las luces son muy bellas, ¡pero son completamente prescindibles! Y si mientras lees esto en tu cabeza estás diciendo “NOOOOOOO, CLÁ, SON INDISPENSABLE PARA EL ESPÍRITU NAVIDEÑO”, ¡lo entendemos!, cámbialas por luces LED que ahorran hasta un 80% de energía o aún mejor prende velitas pero asegúrate que sean de cera vegetal.
Regala sostenible: El verdadero regalo es compartir
Los regalos no siempre tienen que ser algo material: regala experiencias, conocimiento (cursos, clases, seminarios), haz algo con tus propias manos ¡es completamente especial y personalizado (una receta deli, velas con tus olores preferidos, mermeladas caseras, una manualidad romanticona que exprese todo tu amor), y si para ti esta opción es demasiado cursi y quieres regalar algo material, ¡busca marcas sostenibles!, que tengan prácticas responsables y éticas con el planeta y con las personas, que sean locales y apoyen a los emprendedores y campesinos de nuestro país.
Clave superultrasecreta para comprar en Navidad: Piensa antes, compra después. Pregúntate: ¿Qué impacto tiene en el planeta?, ¿Qué estoy apoyando con esta compra? ¿Es del gusto de la persona?
Si te das cuenta, la mayoría de estos consejos y seguramente también todos los que no están aquí van ligados directamente a la consciencia , a incorporar en nosotros un chip de reflexión y a que cada acción que llevemos a cabo, no solo en la Navidad, pase primero por el filtro de la pregunta “¿qué tanto daño le estoy haciendo al planeta?… Al otro ser viviente ajeno a mí.
Y viviendo bajo este supuesto verás cómo contribuimos a un mundo mejor, más humano, más solidario, más empático, ¡más verde!
¿Qué dices? ¿Nos ponemos las gafas verdes de la conciencia? ¿Te comprometes con la operación salvemos el alma de la Navidad?




